28 de mayo de 2008

La vuelta a la tortilla

Otra vez me llamaba, serían las cuatro de la madrugada de un día cualquiera en una primavera lluviosa. Me levanté del sofá donde dormía y fui hacia su habitación, pensando en que sería otra de sus pesadillas. Cuando llegué le pregunté qué le pasaba.
- Hay dos leones pequeñitos que...- me dijo. Efectivamente mis sospechas se confirmaban, el día anterior me había dicho que la habían operado, y creía que tenía el torso abierto en canal. Yo la tranquilicé como siempre diciéndole que no se preocupara, que solo era un sueño. Otro día me contó que había un loro verde y gigante en su cama, otro que le habían cortado la cabeza a alguien y otro que se tenía que quitar el traje de novia para ir al baño.
- No te preocupes, que por acá no hay ningún león – le respondí sonriéndome.
- Pero... ¿seguro? ¡Que yo los vi!. – me advirtió mirándome con ojos de preocupación.
- Que no, que no te preocupes, que es que estabas soñando otra vez.
- Bueno, perdoná. Es que me confundo.
- Nada, no te preocupes.
Antes de irme le acaricié la cabeza para tranquilizarla y la arropé para que no tuviera frío.
- Buenas noches. – se despidió.
- Buenas noches, mamá – le respondí.

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