19 de mayo de 2008

Fast Words III: Grafitero

“En el futuro todos seremos felices, solo es cuestión de que el hombre supere sus complejos”.

Con esta simple frase Javier se consolaba todas las noches antes de acostarse. La había escuchado hace mucho tiempo, ya no recordaba quién la había dicho, ni donde, pero la había escrito en el techo de su habitación con pintura amarilla fosforescente.

Cuando salía de casa, siempre comprobaba si llevaba su marcador indeleble negro y su bote de pintura verde para ir dejando su mensaje en todos los lugares que pudiese. Era su forma de dejar su impronta en este mundo, le decía a sus amigos. Aunque la mayoría de ellos lo consideraban una peculiaridad sin mayor importancia de su amigo, él estaba convencido de que realizaba una labor social muy importante escribiendo sus frases. El hecho de que la gente se diese de bruces con su realidad le confería una importancia a su ser a la que no estaba dispuesto a renunciar por nada del mundo.

Un día, al salir de su casa, vio que la frase que había pintado en la puerta del garaje de enfrente había sido manipulada, no había sido tachada sin ninguna lógica aparente, o simplemente borrada como en la mayoría de los casos. No, esta vez no, esta vez alguien había mancillado su obra. La frase original decía “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.” y el saboteador había escrito: “La vida es una muerte vivida. La muerte es una vida que viene” y donde antes estaba su firma – E.F.- ahora aparecía otra: “R.R.”.

Javier estaba al borde de un ataque de nervios, el Manipulador no solo había cambiado el significado de la frase, sino que había firmado la cita como si fuese suya. Esto no era tolerable desde ningún punto de vista, ¡Alguien se quería apropiar de su obra!. Intentando serenarse, Javier pensó que quizás era un hecho aislado, falto de la retorcida maldad que se podía desprender de un acto tan ruin. Para comprobarlo salió a dar un paseo por su barrio, comprobando sus frases. ¡Era increíble, todas estaban manipuladas vilmente! ¡Y todas estaban firmadas por el Manipulador R.R.! Definitivamente estaba ante la acción de un ser despiadado y falto de la más mínima decencia humana.

Durante unos días intentó analizar las posibles razones de tal actuación, pero ninguna explicación que encontraba le satisfacía, así que pergeñó un plan para hacer salir a la rata manipuladora de su escondrijo. El plan era sencillo y eficaz: consistía en buscar una frase fácilmente manipulable y escribirla frente a su casa para poder vigilar a cualquiera que se acercase a ella.

Después de una semana de búsqueda, por fin encontró la frase idónea: “Tristes tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente”. Javier consideraba que la frase era suficientemente impactante y fácil de manipular como para que el Manipulador cayese en la trampa.

Así que se apostó en la ventana de su casa que daba a la calle a esperar a su presa. Pasada una semana el Manipulador no había dado señales de vida, Javier empezaba a dudar de la eficacia de su encerrona. Llegado el décimo día de acecho, vio cómo un chico se acercaba a su frase, se paraba frente a ella y sacaba un spray de su bolsillo.

Javier se quedó paralizado, tantos días esperando este momento y ahora no sabía qué hacer. Después de unos segundos reaccionó levantándosede la silla. Salió corriendo hacia la puerta de su piso, la abrió bruscamente y corrió escaleras abajo. Cuando estaba saliendo por el portal vió como el chaval se daba la vuelta y echaba a correr en dirección al metro. Javier salió tras él corriendo calle abajo, ambos giraron en la esquinade la panadería y finalmente Javier lo alcanzó justo antes de que el Manipulador entrase en el metro, sujetándolo por la capucha de la sudadera que llevaba.En un primer impulso Javier lo tiró al suelo con la intención de darle una buena paliza, cuando ya tenía su puño cerrado y preparado para la acciónse dió cuenta de que el Manipulador era un crío que no tendría más de quince años.

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